Vals. Autor: Guillermo Suárez.

del amor que tú me has de profesar;
y de ti recibir las caricias,
si es que tú me amas con fidelidad.
Quiero, pues, de una vez saber,
para ya no tener esta pasión,
que por esta ingrata y cruel mujer,
sufre y llora también mi corazón.
Pero vente Herminia del alma,
te ruego por Dios...
A gozar de la vida
sin temor ni piedad,
que juntitos ya los dos,
tú verás la realidad.
Ay, Pero vente Herminia del alma
te ruego por Dios...
A gozar de la vida
sin temor ni piedad,
que juntitos, ay, los dos,
tú verás la realidad.
Vente ya, mujer, niña del alba,
que ya no puedo vivir lejos de tí;
yo me aloco y pierdo la calma,
te amo y te idolatro con ardiente frenesí.
Dime, pues, si es un gran delito,
que te pido un recuerdo de mi amor.
Hoy mi alma la verás solita,
como prueba más de mi verdadero amor.
Pero vente Herminia del alma,
te ruego por Dios...
A gozar de la vida
sin temor ni piedad,
que juntitos ya los dos,
tú verás la realidad.
Ay, Pero vente Herminia del alma
te ruego por Dios...
A gozar de la vida
sin temor ni piedad,
que juntitos, ay, los dos,
tú verás la realidad.